Don Juan de Calabazas (Calabacillas)
Lienzo. 175 x 107 cm The Cleveland Museum of Art. Leonard C. Hanna Jr. Bequest, 65.15
PROCEDENCIA: Palacio del Buen Retiro, Madrid. Pantorba piensa que fue sacado clandestinamente de España durante la guerra de la Independencia. En el siglo XIX en París, colección del duque de Persigny, que lo presenta en la Exposición Universal de 1867. Se creía adquirido en Inglaterra, en una subasta, por 40 libras, en 1863. Vendido con la colección Persigny en París, 1872, por 1.600 francos. Colección Maurice Cottier, París, donde lo identifica Curtis. Colección sir George Donaldson. Colección sir Herbert Cook, Richmond. Éste publica un artículo en Burlington Magazine, "A rediscovered Velázquez" (Vol. X, N.° XLV, págs. 171 y ss., Londres, 1906). Beruete lo agrega a su catálogo de Velázquez, en la edición alemana, 1909. Cleveland Musem of Art. Purchase Leonard C. Hanna Jr. Bequest.
BIBLIOGRAFÍA Curtis 75, Mayer 445, Pantorba 43, López Rey 423, Bardi 35, Gudiol 95.
Lienzo. 175 x 107 cm The Cleveland Museum of Art. Leonard C. Hanna Jr. Bequest, 65.15
PROCEDENCIA: Palacio del Buen Retiro, Madrid. Pantorba piensa que fue sacado clandestinamente de España durante la guerra de la Independencia. En el siglo XIX en París, colección del duque de Persigny, que lo presenta en la Exposición Universal de 1867. Se creía adquirido en Inglaterra, en una subasta, por 40 libras, en 1863. Vendido con la colección Persigny en París, 1872, por 1.600 francos. Colección Maurice Cottier, París, donde lo identifica Curtis. Colección sir George Donaldson. Colección sir Herbert Cook, Richmond. Éste publica un artículo en Burlington Magazine, "A rediscovered Velázquez" (Vol. X, N.° XLV, págs. 171 y ss., Londres, 1906). Beruete lo agrega a su catálogo de Velázquez, en la edición alemana, 1909. Cleveland Musem of Art. Purchase Leonard C. Hanna Jr. Bequest.
BIBLIOGRAFÍA Curtis 75, Mayer 445, Pantorba 43, López Rey 423, Bardi 35, Gudiol 95.
La fecha de este retrato se discute, entre 1626, en que se sitúa por su estilo y tonos, semejantes a los retratos "grises" de Felipe IV y del infante don Carlos, y 1632, en que el modelo entra al servicio del rey. Gudiol propone 1633.
Respecto a su autografía, hay diversos pareceres que Jonathan Brown (1986, apéndice A) recoge cuidadosamente; muchos la admiten, pero otros dudan, entre ellos Antonio Ponz (1793), describen el cuadro como "del gusto de Velázquez".
Elisabeth du Gué Trapier (1948, pág. 115) señala que la descripción de un retrato de bufón del inventario del Palacio del Buen Retiro, en 1701 (donde leemos: "Un bufón de vara y tercia de ancho y dos y media de alto, de Calabacillas, con un retrato en la mano y un billete en la otra, de Velázquez, tasado en 25 doblones"), no es aplicable al cuadro que nos ocupa (y que entonces estaba en la colección Cook de Richmond) "en el que el bufón muestra un pequeño molinillo de papel en una mano y una miniatura (adición posterior, a juzgar por el traje) en la otra"; y piensa que este cuadro es el que, casi un siglo después de ese inventario, Ponz comenta como "un bufón divirtiéndose con un molinillo de papel y otras cosas "del gusto" de Velázquez".
Steinberg (1965) pensaba que el autor pudiera ser Alonso Cano. John F. Moffitt (1982), rechaza asimismo la mano de Velázquez y apunta que este cuadro se basa en la alegoría de la Locura, Cesare Ripa. Este último dato es innegable cuando Ripa describe en su Iconología (1603) como personificación de la pazzía a "un hombre de edad viril, vestido de largo y de negro; estará riendo, a caballo sobre una caña, lleva en la diestra un molinillo de papel ("girella di carta, instrumento divertido que manejan los niños, quienes con gran habilidad lo hacen girar al viento").
En la edición de la Iconología (Venecia, 1669) la ilustración representa a un hombre con un molinillo no muy parecido al del supuesto Calabacillas.
En la edición de la Iconología (Venecia, 1669) la ilustración representa a un hombre con un molinillo no muy parecido al del supuesto Calabacillas.
Es de recordar que la equiparación de locura con molinillo es aludida por Cervantes, que en el Quijote (1ª parte, cap. VIII), tras la aventura de los molinos de viento de la Mancha, que el hidalgo toma por gigantes, hace exclamar a su escudero Sancho: "¿No le dije yo a vuestra merced... que no eran sino molinos de viento y no lo ponía ignorar sino quien llevase otros tales en cabeza?".
Sobre la dificultad del "billete" o carta en la otra mano del bufón, José López Rey, a la vista de un inventario del Retiro de 1789, señala (asiento 178"; un cuadro de Velázquez, "Retrato de Velasquillo el bufón y el inventario antiguo dice ser de Calavacillas, con un retrato en la mano y un reguilete...", suponiendo que en el de 1701 se leyó o escribió "billete" por "reguilete". Hay que advertir que, según el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia de la Lengua (c£ edición de 1970, pág. 1124) "reguilete" o "rehilete" no es, exactamente, un molinillo de papel, sino una flechilla, una banderilla de toros, o un "zoquetillo de madera o corcho con plumas que se lanza al aire con raqueta", lo que nos deja en la misma imprecisión.
Respecto al nombre de Velasquillo (diminutivo de Velasco o Velázquez) todavía añade la posibilidad de que se trate de otro bufón, ya que en la nómina de criados de palacio aparece en 1637 cierto Cristóbal Velázquez.
Jonathan Brown (1986, pág. 271) se inclina, con Steinberg y Moffit, a que ese cuadro no es, en todo caso, de Velázquez: "No es una obra inspirada ni en la ejecución ni en la concepción... El cuadro es, a mi parecer, obra de otro artista"; pero no Alonso Cano, que no llega a Madrid hasta 1638, de no ser una copia posterior, por Cano, de un cuadro perdido de Velázquez o de otro pintor. Además de López Rey, afirman la autografía velazqueña Pantorba y Gudiol, así como Bardi.
Camón Aznar (que no confunde a Calabacillas con Velasquillo, a quien alude como cuadro perdido) lo sitúa cercano al regreso de Italia de Velázquez, "pintado también en grises y con pincelada ya sin espesor. Cuadro extraño, en el que Velázquez une a la solemnidad cortesana del atuendo y escenografia el triste modelo de un bufón" suponiendo como fecha 1632, en que pasa al servicio del rey y consta que (el 9 de noviembre) le dan "un vestido de terciopelo labrado" y es con este vestido con el que le retrata Velázquez (1964, pág. 447; cf. Velasquillo, II, pág. 711).
Pantorba (1955, pág. 92) afirma que éste es el más antiguo de los retratos de bufones pintados por Velázquez. "Es el único bufón de quien el maestro hizo (que se sepa) dos retratos, sin unirlos con otra figura. El segundo, posterior en unos veinte años, es el Calabacillas del Museo del Prado, donde ya el desgraciado muestra todos los estigmas de su idiotez". Sin embargo, a juicio del doctor Jerónimo Moragas (1963), "no era bobo, no era enano y podía perfectamente ser truhán". "Presenta una frente olímpica de tipo raquítico, estrabismo convergente, parálisis cerebral atetósica e inteligencia normal". "Lo que más pudiera hacer suponer una oligofrenia sería su cara, pero ello es debido, exclusivamente, al estrabismo convergente".
Don Juan de Calabazas (apodado "El Bizco" y que en su retrato de Madrid se suele conocer como "Bobo de Coria", erróneamente, por culpa de un inventario de 1789, que lo apodaba así) sirvió al cardenal infante don Fernando hasta 1632, fecha en que pasó al servicio de Felipe IV. Tenía tratamiento de Don, buenas raciones de carne y de pescado, uso de carruaje y mula.
En el retrato de Cleveland aparenta mayor juventud que en el del Prado, que su catálogo cree pintado hacia 1636-39, fecha de la muerte. Sus emblemas (el molinillo y el retrato, aunque éste haya sido retocado en la época de Carlos II) parecen mostrar un carácter enamoradizo y frívolo. En el retrato del Prado, aparece sentado en el suelo, entre dos grandes calabazas, emblemas de su apodo; va vestido de paño verde, pero con un lujosísimo cuello y puños de encaje, lo que muestra su alta posición palatina. En el retrato de Cleveland tiene fondo de salón, con pilastra clásica. Tras él hay un asiento plegable, también enseña de su dignidad en una corte muy protocolaria, en la que "dar asiento" era un honor. El molinillo, en la punta de un largo palo o bastón, reúne los dos emblemas de Ripa: la "girella di carta" y la caña.
En una nota del Cleveland Museum of Art relativa a ciertos datos sobre este cuadro, se nos recuerda que, en 1965, cuando fue adquirido por el museo, causó ciertas dudas la ausencia de estrabismo del personaje, llamado en Madrid "El Bizco", y tan llamativamente estrábico en su retrato del Museo del Prado. Levantados unos repintes posteriores, apareció el estrabismo, así como la flaqueza de las piernas; para el doctor K. M. Laurence (Escuela Nacional Médica de Gales), en un diagnóstico de 1965, Calabacillas sufría una hidrocefalia moderada y un pie excavado, con los dedos apuntando al suelo, de resultas de una lesión de la columna vertebral (espina bífida) que provoca parálisis de una o de ambas piernas, lesión que en el posterior retrato del Prado le impedirán sostenerse en pie.
A este respecto, dejando aparte consideraciones iconográficas relativas a esa postura, hemos de recordar que la semejanza de las medidas de los retratos de cuatro bufones, tres de ellos enanos, (n.ºs 1201, 1202, 1204 del inventario del Prado), que, por lo demás están sentados, sin que conste enfermedad alguna que les impidiera ponerse de pie pudo obligar a Velázquez a pintar acurrucado a Calabacillas; y sería difícil, dada la costumbre de la Casa Real de devolver a su procedencia los bufones que ya no divertían (cf. Moreno Villa, 1939), admitir que conservaba a un tullido.
Esta consideración no impide que sea aceptable la fecha de la muerte de ese bufón en 1639 como última posible para su retrato acuclillado y que la del cuadro de Cleveland pueda ser ocho años anterior. Respecto a los repintes con que se "embellecía" a Calabazas, no nos atrevemos a seguir la hipótesis de la nota de referencia de que pudieron influir en el rechazo o dudas de la autoría velazqueña por parte de algunos estudiosos, en especial de quienes han podido verlo después de su restauración. Pensamos que el retrato es un Velázquez al que limpiezas y restauraciones han privado de parte de su materia pictórica original, que sería semejante a la de los retratos contemporáneos pintados por don Diego.
La referida nota, se refiere asimismo a la miniatura de dama que Calabazas lleva en la mano, cuya época ha sido tan debatida, y que examinada por rayos X en 1965 y 1989 no muestra cuarteamientos diferentes a los de la mano y figura del personaje que la sostiene, siendo por otra parte imposible situar cronológicamente el traje de la dama a causa de las pérdidas de color.
La cuestión del "rehilete" (y no "billete") a que también se refiere la nota del Cleveland Museum of Art creemos que ya está suficientemente aclarada, como atributo de este bufón, en el texto de nuestro comentario.
Respecto al nombre de Velasquillo (diminutivo de Velasco o Velázquez) todavía añade la posibilidad de que se trate de otro bufón, ya que en la nómina de criados de palacio aparece en 1637 cierto Cristóbal Velázquez.
Jonathan Brown (1986, pág. 271) se inclina, con Steinberg y Moffit, a que ese cuadro no es, en todo caso, de Velázquez: "No es una obra inspirada ni en la ejecución ni en la concepción... El cuadro es, a mi parecer, obra de otro artista"; pero no Alonso Cano, que no llega a Madrid hasta 1638, de no ser una copia posterior, por Cano, de un cuadro perdido de Velázquez o de otro pintor. Además de López Rey, afirman la autografía velazqueña Pantorba y Gudiol, así como Bardi.
Camón Aznar (que no confunde a Calabacillas con Velasquillo, a quien alude como cuadro perdido) lo sitúa cercano al regreso de Italia de Velázquez, "pintado también en grises y con pincelada ya sin espesor. Cuadro extraño, en el que Velázquez une a la solemnidad cortesana del atuendo y escenografia el triste modelo de un bufón" suponiendo como fecha 1632, en que pasa al servicio del rey y consta que (el 9 de noviembre) le dan "un vestido de terciopelo labrado" y es con este vestido con el que le retrata Velázquez (1964, pág. 447; cf. Velasquillo, II, pág. 711).
Pantorba (1955, pág. 92) afirma que éste es el más antiguo de los retratos de bufones pintados por Velázquez. "Es el único bufón de quien el maestro hizo (que se sepa) dos retratos, sin unirlos con otra figura. El segundo, posterior en unos veinte años, es el Calabacillas del Museo del Prado, donde ya el desgraciado muestra todos los estigmas de su idiotez". Sin embargo, a juicio del doctor Jerónimo Moragas (1963), "no era bobo, no era enano y podía perfectamente ser truhán". "Presenta una frente olímpica de tipo raquítico, estrabismo convergente, parálisis cerebral atetósica e inteligencia normal". "Lo que más pudiera hacer suponer una oligofrenia sería su cara, pero ello es debido, exclusivamente, al estrabismo convergente".
Don Juan de Calabazas (apodado "El Bizco" y que en su retrato de Madrid se suele conocer como "Bobo de Coria", erróneamente, por culpa de un inventario de 1789, que lo apodaba así) sirvió al cardenal infante don Fernando hasta 1632, fecha en que pasó al servicio de Felipe IV. Tenía tratamiento de Don, buenas raciones de carne y de pescado, uso de carruaje y mula.
En el retrato de Cleveland aparenta mayor juventud que en el del Prado, que su catálogo cree pintado hacia 1636-39, fecha de la muerte. Sus emblemas (el molinillo y el retrato, aunque éste haya sido retocado en la época de Carlos II) parecen mostrar un carácter enamoradizo y frívolo. En el retrato del Prado, aparece sentado en el suelo, entre dos grandes calabazas, emblemas de su apodo; va vestido de paño verde, pero con un lujosísimo cuello y puños de encaje, lo que muestra su alta posición palatina. En el retrato de Cleveland tiene fondo de salón, con pilastra clásica. Tras él hay un asiento plegable, también enseña de su dignidad en una corte muy protocolaria, en la que "dar asiento" era un honor. El molinillo, en la punta de un largo palo o bastón, reúne los dos emblemas de Ripa: la "girella di carta" y la caña.
En una nota del Cleveland Museum of Art relativa a ciertos datos sobre este cuadro, se nos recuerda que, en 1965, cuando fue adquirido por el museo, causó ciertas dudas la ausencia de estrabismo del personaje, llamado en Madrid "El Bizco", y tan llamativamente estrábico en su retrato del Museo del Prado. Levantados unos repintes posteriores, apareció el estrabismo, así como la flaqueza de las piernas; para el doctor K. M. Laurence (Escuela Nacional Médica de Gales), en un diagnóstico de 1965, Calabacillas sufría una hidrocefalia moderada y un pie excavado, con los dedos apuntando al suelo, de resultas de una lesión de la columna vertebral (espina bífida) que provoca parálisis de una o de ambas piernas, lesión que en el posterior retrato del Prado le impedirán sostenerse en pie.
A este respecto, dejando aparte consideraciones iconográficas relativas a esa postura, hemos de recordar que la semejanza de las medidas de los retratos de cuatro bufones, tres de ellos enanos, (n.ºs 1201, 1202, 1204 del inventario del Prado), que, por lo demás están sentados, sin que conste enfermedad alguna que les impidiera ponerse de pie pudo obligar a Velázquez a pintar acurrucado a Calabacillas; y sería difícil, dada la costumbre de la Casa Real de devolver a su procedencia los bufones que ya no divertían (cf. Moreno Villa, 1939), admitir que conservaba a un tullido.
Esta consideración no impide que sea aceptable la fecha de la muerte de ese bufón en 1639 como última posible para su retrato acuclillado y que la del cuadro de Cleveland pueda ser ocho años anterior. Respecto a los repintes con que se "embellecía" a Calabazas, no nos atrevemos a seguir la hipótesis de la nota de referencia de que pudieron influir en el rechazo o dudas de la autoría velazqueña por parte de algunos estudiosos, en especial de quienes han podido verlo después de su restauración. Pensamos que el retrato es un Velázquez al que limpiezas y restauraciones han privado de parte de su materia pictórica original, que sería semejante a la de los retratos contemporáneos pintados por don Diego.
La referida nota, se refiere asimismo a la miniatura de dama que Calabazas lleva en la mano, cuya época ha sido tan debatida, y que examinada por rayos X en 1965 y 1989 no muestra cuarteamientos diferentes a los de la mano y figura del personaje que la sostiene, siendo por otra parte imposible situar cronológicamente el traje de la dama a causa de las pérdidas de color.
La cuestión del "rehilete" (y no "billete") a que también se refiere la nota del Cleveland Museum of Art creemos que ya está suficientemente aclarada, como atributo de este bufón, en el texto de nuestro comentario.
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