Doña María de Austria, reina de Hungría
Lienzo. 58 x 44 cm
Madrid. Museo del Prado, 1187
PROCEDENCIA A la muerte de Velázquez (1660), se registra el lienzo en su aposento. Se inventaría en 1794 en la quinta de duque del Arco y en 1808 en el Palacio del Buen Retiro. Se desconoce la fecha exacta de su ingreso en el Prado, aunque quizás puede identificarse con el n.° 262 del catálogo de 1828, un retrato de dama desconocida del primer estilo de Velázquez.
Lienzo. 58 x 44 cm
Madrid. Museo del Prado, 1187
PROCEDENCIA A la muerte de Velázquez (1660), se registra el lienzo en su aposento. Se inventaría en 1794 en la quinta de duque del Arco y en 1808 en el Palacio del Buen Retiro. Se desconoce la fecha exacta de su ingreso en el Prado, aunque quizás puede identificarse con el n.° 262 del catálogo de 1828, un retrato de dama desconocida del primer estilo de Velázquez.
BIBLIOGRAFÍA Curtis 244, Mayer 507, Pantorba 40, López Rey 379, Bardi 42, Gudiol 46.
"Determinóse de volver a España, por la mucha falta que hacía, y a la vuelta de Roma paró en Nápoles, donde pintó un lindo retrato de la Reina de Hungría, para traerlo a Su Majestad. Volvió a Madrid, después de año y medio de ausencia y llegó al principio de 1631". Así cuenta Pacheco, maestro y suegro de Velázquez, en la biografía de su yerno, de su Arte de la Pintura, el regreso de éste de su primer viaje a Italia, y el último cuadro que pintó, antes de embarcar.
"Determinóse de volver a España, por la mucha falta que hacía, y a la vuelta de Roma paró en Nápoles, donde pintó un lindo retrato de la Reina de Hungría, para traerlo a Su Majestad. Volvió a Madrid, después de año y medio de ausencia y llegó al principio de 1631". Así cuenta Pacheco, maestro y suegro de Velázquez, en la biografía de su yerno, de su Arte de la Pintura, el regreso de éste de su primer viaje a Italia, y el último cuadro que pintó, antes de embarcar.
Y es curioso que este retrato, pintado en Nápoles entre el 13 de agosto y el 18 de diciembre de 1630, "para traerlo a Su Majestad" el rey Felipe IV, quedó registrado, a la muerte del pintor, tres días después de su entierro, que fue el 7 de agosto de 1660, en el inventario de los bienes que había en sus habitaciones de trabajo en el Alcázar, realizado por el nuevo aposentador Francisco de Contreras, por diligencia de Mazo, yerno, y Gaspar de Fuensalida, amigo de Velázquez, por orden del propio monarca.
En el documento, publicado en 1870 por Zarco del Valle, figura, entre otros cuadros de Velázquez, el retrato de la infanta María, que, a lo que se ve, no era muy apreciado por el rey, pues lo había olvidado en el taller de su pintor.
Es probable que esa cabeza fuera un estudio para un cuadro mayor, que no se llegó a realizar, acaso por la "flema" de Velázquez, a que se refiere Felipe IV cuando escribe a su embajador en Roma, durante el segundo viaje del artista.
Es un cuadro muy fino. La infanta lleva una gola de gasa agrisada sobre un vestido leonado sobre un cuello abierto en uve por delante y levantado por detrás, semejante al que usa Isabel de Borbón en su retrato ecuestre y que, por tanto, debió de ser una moda de aquellos años, lo que parece desmentir la tesis de Beroqui de que en el retrato de esa reina se añadió la gorguera sobre el cuello del traje. El resultado vestimentario no es muy feliz, en especial en el caso de la infanta, con ese escote a su vez cerrado por unas borlas o botones semejantes a los de las hombreras del traje.
Doña María de Austria, hermana de Felipe IV, como hija, un año menor, de Felipe III y de Margarita de Austria, nació en El Escorial el 18 de agosto de 1606 y tendría, al retratarla Velázquez, veinticuatro años, quedando soltera hasta esa edad, excesiva para una princesa de la época, por haber fracasado el proyecto de casarla con Carlos Estuardo, príncipe de Gales, luego rey de Inglaterra con el nombre de Carlos I, a causa de la diferencia de religiones. Carlos I, nacido en 1600, terminó sin embargo casándose con una católica, Henrietta María de Francia, hermana de Luis XIII; reinó desde 1625 a 1649, en que murió en el cadalso.
En su estancia en Madrid, alojado en la famosa casa de las Siete Chimeneas, fue festejado por todos, en especial del conde duque de Olivares, y partió lleno de regalos. Parece que se interesó por llevar a Velázquez consigo, lo que hubiera cambiado la carrera del pintor. Ese puesto lo ocuparía Van Dyck.
Respecto a doña María, se concertó algo tardíamente, su matrimonio con su primo, Fernando de Habsburgo, rey de Hungría (por lo que se la conoce también con el nombre de doña María de Hungría), con quien casó por poderes en Madrid, embarcando en Barcelona en junio de 1630, para reunirse, vía Nápoles, con su esposo, lo que supuso un viaje de ocho meses. En Nápoles hizo escala desde mediados de agosto a mediados de diciembre, lo que permite fechar bastante aproximadamente este cuadro de Velázquez. Más tarde, elevado su esposo a emperador de Austria, murió, ya emperatriz, en Linz, el 13 de mayo de 1646.
La cara, aun con el belfo abultado de su familia, es bastante agraciada, con óvalo correcto, nariz bien formada y ojos más oscuros y expresivos que sus hermanos Felipe y Fernando, cejas bien dibujadas y cabello rubio, abundante y encrespado artificialmente, pero sin las exageraciones de la moda de un cuarto de siglo después, tampoco visibles en el afeite, ya que no se nota en sus mejillas el exagerado colorete de Mariana de Austria, su prima, casada con Felipe en 1649, también por haberse estropeado su proyectado matrimonio por la muerte del príncipe Baltasar Carlos.
Hemos de reconocer, de paso, la tristeza de estas vidas de la más alta nobleza europea, de cuyo sino no se librará la infanta Margarita, hija de Felipe y Mariana, y también emperatriz de Austria, años después, hasta su prematura muerte, en 1673.
El retrato de Velázquez es fino y expresivo, tratado con cariñoso respeto, ya que el rey quería tener una imagen de su hermana, a la que no volvería a ver (aunque más tarde dejase el retrato en el taller de Velázquez).
Hay en el Museo del Prado otro retrato de doña María de Hungría por el pintor flamenco Frans Luyck, de cuerpo entero, con traje gris de una dureza casi metálica (n.° 1272 del catálogo del Museo).
Fue Madrazo, en su catálogo extenso de 1872, quien tuvo la idea de que el cuadro de Velázquez representara a la infanta.
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