CRISTO EN LA CRUZ


Cristo en la cruz.
Lienzo. 100 x 57 cm. Madrid. Museo del Prado, 2903

PROCEDENCIA: Perteneció al convento de las Bernardas Recoletas del Santísimo Sacramento de Madrid. La comunidad lo dono al Estado a través de la Dirección General de Regiones Devastadas a cambio de la reconstrucción del Monasterio en la guerra civil. El entonces ministro de Educación lo destino al Museo en 1946.
BIBLIOGRAFIA Pantorba 41, López Rey 15, Bardi 43 a, Gudiol 67.


"D°. Velázquez fa. 1631": esta firma, señala Bardi, no ha dejado de sorprender, al descubrirse en 1940, ya que Velázquez, tan remiso en firmar sus obras, ha querido firmar este cuadro menor.
 
A fines de la guerra civil de 1936-39 fue descubierto entre los cuadros de las Bernardas Recoletas del convento del Sacramento, en Madrid, y las monjas lo ofrecieron al Estado a cambio de la restauración de su templo (hoy parroquia castrense), posterior a la época de Velázquez.
 
Pantorba le dedica un largo comentario (1955, págs. 104-106), advirtiendo que el Servicio de Recuperación Artística lo devolvió en 1940 a sus antiguas propietarias, creyéndolo obra (como la iglesia) del siglo XVIII y de escuela madrileña. La firma fue descubierta por uno de los restauradores del Museo del Prado y considerada cierta. Ello aumento la importancia de ese pequeño lienzo, que, tras diversos avatares y ofertas, fue adquirido por el Estado el 15 de mayo de 1946, fecha de la entrega a las monjas del convento reconstruido. Poco después ingresó en el Museo y fue instalado en la misma sala donde se expone el Cristo de San Plácido.
 
El primer catálogo que lo recoge es el de 1949, dándolo a Velázquez y advirtiendo que se relaciona con la técnica de La Fragua de Vulcano; "es desconcertante la parte media del paisaje y los edificios", advertencia que se sigue repitiendo hasta hoy.
 
Se trata de un cuadrito muy fino, pero mucho menos afín a la manera de Velázquez que el Cristo de San Plácido, en especial en su patetismo algo teatral, que recuerda las cabezas de Cristo de Guido Reni en la expresión de su rostro, mirando al cielo.
 
Cuerpo y piernas, así como los pies, apoyados en el subpedáneo y con sendos clavos, como quería Pacheco, son bastante parecidos, en cambio, al lienzo mayor. Los brazos están mas juntos aumentando la impresión de violencia; el letrero, trilingüe, es, en proporción, mayor que el de San Placido. Se recorta la figura y su cruz sobre un cielo tormentoso y un paisaje oscuro, con frondas y edificios; la cruz aparece entera, clavada en un primer término del suelo, en un montoncillo de piedras entre las que destaca la calavera que, según tradición, es la del primer hombre, Adán, cuyo pecado trajo la muerte al mundo y fue redimido por la del Mesías.
 
Pidal, Quirós y Pantorba lo aceptan coma auténtico. Otros lo cotejan con cuadros de Alonso Cano, aunque no cabe duda de que se parece (salvo en la cabeza y detalles citados) al Cristo de San Plácido, por Velázquez.
 
Es posible que se trate de un cuadro que figura en el inventario de los bienes de Velázquez, asiento n.° 582, publicado por Sánchez Cantón en 1942, en que se habla de "Vn X pto crucificado, de bara y quarta de alto y tres quartas de ancho", que probaría un apego especial del pintor hacia esta obra.
 
 
 

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